El Código de Hammurabi
El Código de Hammurabi era un conjunto de 282 leyes inscritas en una piedra por el rey de Babilonia Hammurabi (r. 1795-1750 a.C.), que conquistó y posteriormente reinó en la antigua Mesopotamia. Aunque este código legal no fue el primero, fue el definido con más claridad e influyó en las leyes de otras culturas.
Los primeros restos de un conjunto de leyes de la Antigua Mesopotamia corresponden al Código de Ur-Nammu, que data de ca. 2100-2050 a.C., realizado en la ciudad de Ur durante el reinado de Ur-Nammu (r. 2047-2030 a.C.) o de su hijo Shulgi de Ur (r. 2029-1982 a.C.). Esas leyes fueron dictadas por un rey que gobernaba sobre una población homogénea y se basaban en un reconocimiento estándar de lo que se esperaba de los ciudadanos. Durante el reinado de Hammurabi, la población era más diversa, y su código lo refleja en su precisión, para asegurarse de que todos entendieran lo que se esperaba de ellos.
Las leyes regulaban contratos de negocios y precios adecuados para los productos, así como la familia y el enjuiciamiento criminal. Cada crimen inscrito sobre la estela viene seguido por el castigo a infligir. Nadie podía alegar ignorancia de la ley, porque la estela, de más de 2 metros (7 pies) de alta, estaba expuesta en público. En su parte más alta, estaba grabada la imagen de Shamash, el dios de la justicia, entregando las leyes a Hammurabi, y el texto que sigue deja claro que esas son leyes de los dioses, no unas reglas arbitrarias creadas por mortales.
El imperio de Hammurabi colapsó tras su muerte, y Babilonia fue saqueada repetidas veces a lo largo de los años. Hacia 1150 a.C., Shutruk Nakhunte, rey de Elam, saqueó la ciudad de Sippar, cerca de Babilonia, y se cree que se llevó a Elam el Código de Hammurabi, junto con la estatua del dios Marduk, como botín de guerra. La estela fue descubierta en 1901 en las ruinas de la ciudad elamita de Susa y actualmente se exhibe en el Museo del Louvre de París, Francia.
Código de Ur-Nammu
El código de leyes más antiguo de Mesopotamia fue el Código de Urukagina (ca. Siglo XXIV a.C.), del que hoy sólo existen algunos fragmentos. El Código de Ur-Nammu, aunque también fragmentado, todavía tiene la cohesión suficiente para ofrecer una idea clara del contenido de las leyes. Estaban escritas en cuneiforme, sobre tabletas de arcilla, y siguen un modelo posiblemente establecido por primera vez en el Código de Urukagina, que también influiría en las posteriores Leyes de Eshnunna (ca. 1930 a.C.), el código del rey Lipit-Ishtar (r. ca. 1870-1860 a.C.) y el de Hammurabi.
Mesopotamia había sido gobernada por Sargón de Acad (r. 2334-2279 a.C.), que fundó su Imperio acadio en 2334 a.C. El imperio cayó ante los invasores gutis en ca. 2083 a.C. quienes, según los registros y la literatura de la época, no quisieron reconocer a los dioses y las tradiciones de la región. El rey de Uruk, Utu-Hegel, lideró con éxito una rebelión contra los gutis y los derrotó aunque, poco después, se ahogó. Fue sucedido en la guerra por su yerno Ur-Nammu quien, junto con su hijo, expulsó a los gutis de su tierra.
Aunque el pueblo de Mesopotamia se había rebelado repetidas veces contra Sargón y sus sucesores, tras la caída del Imperio acadio y el caos resultante de la dominación guti, los reyes acadios fueron reverenciados como héroes de una época dorada. El género literario conocido como literatura mesopotámica Naru presentaba a Sargón o a su nieto Naram-Sin (r. 2261-2224 a.C.) como personajes centrales que encarnaban los principios de la realeza o servía como figuras ejemplares sobre cómo se debía respetar y acatar la voluntad de los dioses para poder prosperar.
Ur-Nammu comprendió la importancia de identificarse con esos héroes del pasado que, en su época, ya no eran recordados como opresores sino como grandes patriarcas que habían cuidado de la tierra y su gente. Por tanto, se presentó a sí mismo como uno de esos patriarcas e instituyó un estado patrimonial, animando a sus súbditos a considerarse como sus hijos, todos miembros de una única familia. Para que ese modelo funcionara, sin embargo, la gente tenía que estar de acuerdo. El investigador Paul Kriwaczek comenta:
Para que un estado patrimonial sea estable en el tiempo, es preferible que sea gobernado por consenso, como mínimo con el consenso de la minoría más grande, si no es posible la mayoría. La obediencia instintiva ha de ser la norma, porque de lo contrario se precisa destinar demasiados esfuerzos a suprimir la desafección, para que los objetivos más amplios del régimen sean realizables. (149)
Los reyes acadios (en la realidad, no en la forma idealizada en que la gente de Ur-Nammu les recordaba) habían sufrido numerosas rebeliones, precisamente porque no contaban con el consentimiento del pueblo. Para evitar los mismos problemas, Ur-Nammu afirmó que las leyes provenían de los dioses y que él no era más que el administrador, el intermediario, que transmitía al pueblo la voluntad de sus dioses y hacía cumplir sus preceptos. Todas las leyes siguen la estructura de frase condicional (si pasa esto – entonces esto), como en esta breve muestra:
Si un hombre viola a la esclava virgen de otro hombre, ha de pagar cinco siclos de plata.
Si un hombre declara como testigo, y se demuestra que ha cometido perjurio, ha de pagar quince siclos de plata.
Si un hombre hace perder un ojo a otro hombre, pagará el peso de media mina de plata.
Si un hombre hace perder un diente a otro hombre, pagará dos siclos de plata (Kriwaczek, 150).
Las multas por infracciones tenían efecto disuasorio, y no hacían falta penas más severas, porque Ur-Nammu contaba con el consenso de los súbditos que entendían – al menos en teoría – lo que constituía una conducta aceptable. Bajo el mandato de Ur-Nammu y de su hijo y sucesor Shulgi, este modelo funcionó bien y propició durante sus reinados el gran resurgir cultural conocido como Renacimiento sumerio. Las leyes de Eshnunna parecen haber utilizado las de Ur-Nammu como modelo, aunque solamente se aplicaron a la ciudad de Eshnunna y no tuvieron tanta influencia como las otras.
Código de Lipit-Ishtar
No está claro si Ur-Nammu escribió y promulgó este código legal o si fue Shulgi quien lo publicó tras la muerte de su padre, pero la estabilidad que generó continuó a lo largo de la Tercera Dinastía de Ur, hasta el reinado de Ibbi-Sin (ca. 1963-1940 a.C.), tras el que fue sucedida por la dinastía de Isin, fundada por Ishbi-Erra (ca. 1953-1940 a.C.). El reino se había ido debilitando progresivamente incluso antes de Ibbi-Sin, pero durante su reinado era demasiado débil como para rechazar las invasiones de amorreos y elamitas, que finalmente instauraron la Tercera Dinastía de Ur.
Ishbi-Erra era un funcionario bajo el reinado de Ibbi-Sin, que criticó al rey por la debilidad frente a las invasiones. Derrotó tanto a amorreos como a elamitas y restauró el orden, pero la población bajo su gobierno ya no era el estado patriarcal homogéneo de Ur-Nammu. Aunque los reyes de Isin establecieron y mantuvieron el orden, en tiempos del quinto rey, Lipit-Ishtar, era preciso un nuevo código.
A diferencias del Código de Ur-Nammu, el de Lipit-Ishtar tenía que ser más preciso para atender las necesidades de una sociedad mucho más compleja. Seguían las multas monetarias como disuasorias, pero hacían falta leyes más detalladas para la familia y los contratos comerciales. Ya no podía suponerse que toda la gente sometida a la ley actuara con el mismo criterio de lo que era una conducta adecuada. El Código de Lipit-Ishtar también está fragmentado, pero entre sus leyes estaban:
Si el dueño o la dueña de una finca no han pagado el correspondiente impuesto, y otro lo ha hecho durante tres años, el propietario no puede ser expulsado, pero después, el que pagó el impuesto será el propietario sin que el anterior pueda reclamarlo.
Si la esposa de un hombre no le ha dado hijos, pero una prostituta de la plaza pública sí, él le suministrará grano, aceite y ropas. Los hijos de la prostituta serán sus herederos y mientras su esposa viva, la prostituta no vivirá con ella.
No están claros los motivos de Lipit-Ishtar para escribir este código legal, pero fue honrado por sus sucesores como un gran rey, que derrotó a los amorreos y mantuvo el orden. Se compusieron himnos en su honor y su código aportó la estabilidad necesaria hasta el reinado del último rey de la dinastía, Damiq-ilishu, que fue destronado por Sin-Muballit (r. 1812-1793 a.C.), quinto rey amorreo de Babilonia y padre de Hammurabi.
Código de Hammurabi
Sin-Muballit no pudo competir comercialmente con el lucrativo centro comercial de Larsa, aliado de la Dinastía de Isin, de forma que lo atacó, siendo derrotado por su rey Rim-Sin I. Se han perdido los detalles del acuerdo de paz, pero una estipulación fue que Sin-Muballit había de abdicar en favor de su hijo. Hammurabi comenzó su reinado pacíficamente, continuando las políticas internas de su padre, desarrollando Babilonia y sus alrededores, construyendo templos, y sin dar a Rim-Sin I ni a otros monarcas de la región ningún motivo para sospechar que a la vez estaba aumentando y equipando su ejército, y planeando las campañas que le permitirían conquistar Mesopotamia.
Es posible que promulgara su código legal de ca. 1772 a.C. para asegurar la estabilidad interna necesaria para lanzar esas campañas, aunque la fecha podría ser posterior. Tal como apunta Kriwaczek más arriba, un rey necesitaba el consentimiento de sus súbditos para tener una base social estable, si quería aumentar su poder y expandir su territorio. El Código de Hammurabi sirvió para ese objetivo, explicando a la población cómo había de comportarse para vivir en paz bajo la ley.
Mientras que códigos legales anteriores establecían multas y otras penas menores para las infracciones, los castigos de Hammurabi eran mucho más severos:
Si un hombre vacía el ojo de otro hombre, se vaciará su ojo.
Si rompe un hueso de otro hombre, se le romperá su hueso.
Si un hombre arranca un diente a un igual, se le arrancará su diente.
Si un constructor construye una casa para alguien, y no lo hace adecuadamente, y la casa se hunde y mata a su propietario, el constructor será ejecutado.
Si mata al hijo del propietario de la casa, el hijo del constructor será ejecutado. (Pritchard, 161)
El Codigo de Hammurabi ejemplifica la ley de justicia retributiva conocida como Lex Talionis, definida por el concepto “ojo por ojo y diente por diente”. Era necesaria, porque la población era ahora mucho más diversa de lo que lo había sido en el reinado de Lipit-Ishtar. Kriwaczek comenta:
Las leyes de Hammurabi reflejan el shock de un entorno social sin precedentes: el mundo babilónico multiétnico y multitribal. En los tiempos anteriores de sumerios y acadios, todas las comunidades se sentían miembros de la misma familia, todos igualmente siervos a los ojos de los dioses. En tales circunstancias, las disputas se resolvían según un sistema de valores aceptado colectivamente, en el que los vínculos familiares estaban por encima de todos los demás, y una compensación justa era preferible a la venganza. Ahora, sin embargo, que los ciudadanos urbanos se codeaban con nómadas, con una forma de vida completamente distinta, en la que gentes que hablaban diversas lenguas amorreas semíticas occidentales, entre otras, se mezclaban con acadios desconcertados, la confrontación podía convertirse en conflicto con demasiada facilidad. Las revanchas y las reyertas familiares podrían haber amenazado con frecuencia a la cohesión del imperio. (180)
Para prevenir tales reyertas, que podían generar inestabilidad social, Hammurabi se aseguró de que se entendieran sus leyes como absolutas. Del mismo modo que Ur-Nammu afirmaba haber recibido sus leyes de los dioses, así lo hizo Hammurabi pero, para que quedara totalmente claro, dejó grabada en la parte superior de la estela una imagen de Shamash, dios de la justicia, entregando las leyes a Hammurabi. Las leyes que siguen debajo de esa imagen, en líneas de escritura cuneiforme, hacen referencia a su origen divino así como a la grandeza de Hammurabi como bani matim (“constructor de la tierra”), que levantó templos majestuosos a los dioses, construyó canales e irrigó las tierras, y que administraba esas leyes por el bien común.
Conquista y consolidación
Hammurabi demostró ser un rey bueno y justo con sus súbditos y, habiendo logrado su consentimiento mediante sus políticas y sus leyes, estaba listo para la expansión. Cuando los elamitas invadieron el sur de Mesopotamia, Hammurabi se alió con Larsa y les derrotó. A continuación, rompió rápidamente dicha alianza y conquistó las ciudades de Uruk e Isin, que estaban bajo el control de Larsa, y se basó en esos recursos para lograr otros. Hammurabi hizo repetidas alianzas, manteniéndolas sólo mientras le eran de utilidad y rompiéndolas cuando creyó que ya no lo eran.
Una vez conquistado el sur de Mesopotamia, se dirigió al norte. En una deslumbrante exhibición de su capacidad de volverse contra antiguos aliados, atacó el reino amorreo de Mari cuyo monarca, Zimri-Lim (r. 1775-1761 a.C.), le había apoyado en los comienzos de su expansión. En sus campañas, Hammurabi conquistaba una ciudad – a menudo bloqueando el suministro de agua hasta que los defensores se rendían o bien embalsándola y liberándola de repente para inundar la ciudad y crear confusión previamente al ataque – y después la reconstruía y la restauraba. En el caso de Mari, sin embargo, destruyó completamente la ciudad y la dejó en ruinas, mientras siguió sus campañas a través de la región y consolidó su control sobre toda Mesopotamia en 1755 a.C.
Conclusión
El código de Hammurabi se instituyó en todo el territorio, unificando a la gente bajo la ley en lugar de hacerlo solamente por la conquista. A diferencia del Imperio acadio, que había necesitado situar oficiales seleccionados cuidadosamente para administrar las ciudades conquistadas, Hammurabi controló su imperio mediante la ley. En el prólogo a su Código, no solamente deja claro que son leyes divinas sino que su único interés al administrarlas es el bien común:
Cuando el noble Anu, rey de los anunnakis, y Bel, Señor del Cielo y de la Tierra, que determina el destino de la tierra, encargaron a Marduk el mando de toda la humanidad, cuando pronunciaron el noble nombre de Babilonia, cuando lo hicieron famoso en todos los cuadrantes del mundo y en su centro establecieron un reino perpetuo, con fundamentos tan firmes como el cielo y la tierra – entonces Anu y Bel me llamaron, Hammurabi, el príncipe excelso, el devoto de los dioses, para hacer prevalecer la justicia en la tierra, destruir al malvado y al mal, evitar la opresión del débil por el fuerte, iluminar la tierra y traer el bienestar al pueblo. Yo soy Hammurabi, el gobernante nombrado por Bel, el que trae consigo la abundancia. (Durant, 219)
El concepto de la ley como una institución que protege al débil frente al fuerte, como una fuerza ante la cual todos eran iguales, generó respeto y admiración, no sólo por las leyes, sino también por el legislador. Aunque Hammurabi se adueñara de ciudades conquistándolas, durante los últimos cinco años de su reinado no hay evidencias de revueltas o desacuerdos. La gente reconoció que las leyes de Hammurabi iban a favor de sus propios intereses y las mantuvo, generando estabilidad y permitiendo el progreso cultural.
Desafortunadamente, el imperio legal que Hammurabi creó no le sobrevivió mucho tiempo tras su muerte. Su hijo y sucesor, Samsu-Iluna, que había reinado conjuntamente con él desde 1755 a.C., no estaba por la labor de ser un segundo Hammurabi. Las ciudades-estado que habían estado satisfechas bajo la dominación babilónica durante la vida del gran rey, se rebelaron tras su muerte, y aunque es posible que conservaran sus leyes en sus comunidades individuales, no parece que consideraran necesario mantener la unidad creada por Hammurabi.Esta falta de unidad hizo de las ciudades-estado presas fáciles para los invasores. Los hititas les invadieron en 1595 a.C., los casitas poco después, y más tarde los elamitas (ca. 1150 a.C.), al mando de su rey Shutruk Nakhunte. Se cree que fue entonces cuando la estela con el Código de Hammurabi fue llevada a Elam, donde sería encontrada en 1901 d.C., rota en piezas. Su influencia fue notable, sin embargo, en la creación de códigos legales posteriores, tales como las Leyes del Imperio Asirio Medio, las Leyes Neobabilónicas, y la Ley Mosaica de la Biblia, todas las cuales siguen el mismo modelo del Código de Hammurabi en el sentido de proporcionar una directiva universal y objetiva sobre cómo tratar a los demás y cómo uno puede esperar ser tratado, en una sociedad civilizada.
Bibliografía
- 1860 BC: The Code of Lipit Ishtar by Lloyd Duhaime, accessed 23 Jun 2021.
- Bertman, S. Handbook to Life in Ancient Mesopotamia. Oxford University Press, 2005.
- Bottéro, J. Everyday Life in Ancient Mesopotamia. Johns Hopkins University Press, 2001.
- Durant, W. Our Oriental Heritage . Simon & Schuster, 1997.
- Kriwaczek, P. Babylon: Mesopotamia and the Birth of Civilization. St. Martin’s Griffin, 2012.
- Leick, G. The A to Z of Mesopotamia . Scarecrow Press, 2010.
- Pritchard, J. B. The Ancient Near East: An Anthology of Texts and Pictures, Volume I. Princeton University Press, 2010.
- Van De Mieroop, M. A History of the Ancient Near East ca. 3000 – 323 BC. Blackwell Publishing, 2006.
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Fuente:
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19882/el-codigo-de-hammurabi/
Licencia y derechos de autor Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 24 de junio de 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike.