Llegué al exilio de Miami el 16 de Julio de 1960 y sabiendo que se había formado una junta de cubanos para tumbar al régimen comunista de Fidel Castro, y que tal esfuerzo iba a ser apoyado por los americanos, me dirigí a las oficinas del Frente Revolucionario Democrático (la supuesta unidad de la oposición cubana de entonces) en la avenida “Biscayne Boulevard”. Llegue allí con gran alegría y esperanzas pero pronto sufrí una gran desilusión al ver a varias figuras conocidas quienes hasta hacia poco tiempo habían estado con Fidel Castro apoyando los fusilamientos, robos de propiedades y demás barbaries de la tiranía. Me fui de allí muy disgustado y tan pronto pude, invertí $550.00 de los $700.00 con que llegue al exilio, en comprarme un carro de uso para así poder salir a buscarme un trabajo. Tuve la suerte de conseguir un trabajo de subsistencia y así pasaron las semanas, pero yo seguía muy frustrado en al no ver como yo podría hacer algo por derrocar al régimen. Pronto me di cuenta de que yo no era el único que se sentía así y empezamos teniendo reuniones con otros en mi apartamento para ver que hacíamos. En esos tiempos también hice gran amistad con un vecino norteamericano, abogado que se llamaba Jerry Pucci y quien además de ejercer su carrera tenía un programa radial que estaba patrocinado por la Fundación Cardenal Midzenski y el tema del programa era nada menos que el “Catolicismo vs. El Comunismo”. Una tarde después del trabajo Jerry me vio regresar a mi apartamento y me llamo para invitarme a tomar una cerveza. Jerry era una persona muy seria y profesional en su trato y comenzó por advertirme que él no quería conocer nada que no debiera, pero conociendo como yo pensaba y viendo las reuniones en mi apartamento pensó que debiera de advertirme de que si pensábamos actuar militarmente en contra de Castro, QUE DE NINGUNA MANERA LO HICIÉRAMOS CON EL GOBIERNO NORTEAMERICANO. Como
comprenderán esto me dejo totalmente sorprendido pero hubo más. Yo inmediatamente le hice varias preguntas sobre como podía ser que no debiéramos confiar en el gobierno y las fuerzas militares de esta gran nación que también estaba sufriendo las acciones de Castro. Jerry me paro y me dijo, mira Polo, los que verdaderamente mandan en esta nación y trazan la política a seguir a largo plazo no son los presidentes que elegimos, hay una élite mundialistas que es la que escoge a los candidatos a los puestos más altos y para ellos Fidel Castro les va a ser muy útil. Continuo diciéndome que Fidel va a desestabilizar a muchos países de nuestro hemisferio, les va a destruir la estructura política y la económica, y entonces ellos, los mundialistas del Nuevo Orden, podrán tomar las riendas de todo lo que brilla y vale en esos países y hacerlo mayormente por medio de ciudadanos de esos mismos países y que han sido entrenados en los Estados Unidos y quienes seguirán sus ordenes para que eventualmente puedan crear una unión Panamericana al igual que la Europea y a la larga ponernos a todos bajo un gobierno mundial que por supuesto también controlaran. Jerry siguió advirtiéndome que por todo esto, todo los cubanos que estábamos dispuesto a pelear para tumbar a Fidel estorbábamos y que había que sacarnos del camino de todas maneras. Continuo diciéndome que si nos metíamos bajo el gobierno norteamericano nos iba a pasar una de dos cosas, la primera era que nos iban a internar en algún campamento militar situado en el lugar más remoto posible y que allí nos tendrían cautivos hasta que el régimen de Castro se hiciera fuerte y que debido al largo cautiverio nosotros nos diéramos por vencidos. La otra alternativa, y el cómo patriota dudaba que llegaran tan lejos, era que nos lanzaran militarmente contra Castro pero de hacerse esto, lo harían bajo condiciones tan desfavorables para nosotros que seria fácil para que fuera Fidel el que nos sacara fuera del camino.
Desgraciadamente tuve que comprobar toda la advertencia anterior, a las duras.
Después de esto paso un tiempo, seguí trabajando pero seguí sintiéndome frustrado, hasta que un buen día se me apareció Cecil Gaudie diciéndome que su hermano Freddy trabajaba con la CIA y que ellos lo habían autorizado para abrir una nueva unidad anti-Castrista que se llamaría Grupo de Transporte y Comando. Cecil me contó que trabajaríamos por medio de barcos y nuestra misión seria la de abastecer al clandestinaje con materiales subversivos, grupos de infiltración y que también haríamos actos tipo comando que le hicieran daños estratégicos a la tiranía. Además me dijo que nos entrenarían en los cayos de la Florida y que tan pronto estuviéramos preparados comenzaríamos a actuar desde una base en los
mismos cayos. Yo conocía a Cecil muy bien por haber sido mi entrenador del equipo de Foot Ball del Vedado Tennis (club en la Habana) y el hecho de empezar a trabajar rápidamente, desde los propios EEUU y el deseo ardiente como joven de actuar contra el comunismo en mi patria, y además hacer ataques comando me llenaron de alegría y firme rápidamente, sin prestar mas atención a las acertadas advertencias previas del abogado militante católico Jerry Pucci.
A fines de Diciembre de 1960 los primeros 3 voluntarios que partimos para el entrenamiento fuimos Calixto Garcia Velez, Miguel Suarez Simpson y yo Leopoldo Aguilera. Nos llevaron a un cayó llamado No Name Key y como a los 3 días se nos unieron un grupo de ex marinos de la Academia Naval del Mariel. Juntos hicimos ejercicios, nos trajeron una balsa de las que usan los “seals” de la marina y en ella remamos etc… Luego nos trajeron las 3 ametralladoras calibre 30 más un cañón sin retroceso de 57 milímetros que usaríamos en nuestro barco llamado “El Polo”, nombre que se le dio ya que este barco había sido comprado por un grupo de patriotas cubanos liderados por el empresario cubano Polo Miranda. Nos mostraron como manejar, desarmar y limpiar estas armas más otras armas para uso personal, como ametralladoras M-3, Thompson y pistolas calibre 45. Todo esto fue teórico ya que hasta ese momento no habíamos disparado un solo tiro.
Esa noche nos advirtieron a nosotros 3 que preparáramos todo para la mañana siguiente ya que nuestro barco nos vendría a recoger. Así fue y nos llevaron a otro cayo llamado Big Pine Key y en ese momento nombraron a la tripulación oficial que habría de actuar en el Polo y ellos fueron; Enrique Lindner como capitán, Santiago Álvarez como segundo capitán y navegante, Carlos Sanchez radio operador y artillero, Calixto Garcia Velez, Felipe Villaraus y Leopoldo Aguilera como artilleros mientras estuviéramos a bordo pero también como equipo de desembarque cuando llegáramos a Cuba. Nos volvieron a traer otra balsa de las que usan los “Seals” y con ella nos entregaron un motor Evinrude fuera de borda que venía encapsulado en fibrocemento y que por tanto no emitía apenas ruido y, de paso me pusieron a mí a cargo de esa embarcación. Hicimos algunas prácticas pero nada extraordinario y una buena tarde nos avisaron, prepárense que mañana van a dar su primera misión de suministro a Cuba. A la mañana siguiente nos llego un camión de Hertz Rent a Truck que venía conducido por dos hombres de la CIA, nos llamaron para que ayudáramos a descargar lo que traían y juntos metimos esa carga en la bodega del barco. Luego nuestro jefe de la base, otro al servicio de la CIA el cual nos dio su nombre ficticio de “Bob” y que averiguamos después que era teniente de la Marina de guerra de los EEUU, nos reunió para darnos los pasos que debiéramos seguir en nuestras misiones. Lo primero era que nos darían un libro que contenía fotos de todo el litoral de la zona a donde iríamos en cada misión. Los datos del punto exacto no los conoceríamos hasta más tarde cuando ya estuviéramos en alta mar y debiéramos abrir un gran sobre conteniendo mapas y órdenes precisas. También nos daban ordenes especificas para comunicarnos por telegrafía, el primer contacto al ya conocer nuestro destino y haber trazado el rumbo, el segundo contacto cuando estuviéramos a mitad del camino y el tercero cuando acabáramos de llegar al punto asignado para cada misión. También nos daban un código secreto para poder transmitir otros datos de importancia si llegara la necesidad. En esos momentos todos sentimos gran emoción pero notamos que entre las instrucciones faltaba un dato que nos preocupo y era que sabíamos que habían otros barcos envueltos en misiones similares a las nuestras pero no nos habían dado información de cómo poder saber quiénes serian amigos y quienes podrían ser enemigos y sobre todo sabiendo que nuestras misiones se llevarían a cabo en la oscuridad de la noche. Bob nos contesto rápidamente que no nos preocupáramos ya que ellos, la CIA, nos estarían vigilando el paso desde que saliéramos hasta el regreso. Pues así salimos llenos de ilusiones y a eso de la mitad del camino notamos que por detrás de nosotros se nos acercaba a gran velocidad otra nave. La noche era bien oscura pero pudimos ver las tres lucecitas que lleva todo barco en el palo mayor. Alarmados por esto, llamamos a zafarrancho de combate y nos preparamos a defendernos si es que aquella nave seguía el mismo curso. Ya casi al abrirles fuego, nos dimos cuenta de que las lucecitas de nuestro propio palo mayor estaban apagadas y decidimos encenderlas como último intento para comprobar si nos venían a atacar o simplemente no sabían que estábamos delante de ellos y en el mismo curso. Pues al parecer, esto dio resultado, y vimos como aquel barco se detuvo pero reanudo la marcha al poco tiempo y esta vez se nos coloco al lado. Solo le veíamos la silueta y pudimos ver que era al menos dos veces mayor que los 40 pies del nuestro y navegamos lado a lado durante lo que pareció una eternidad ya que todos teníamos los dedos en el gatillo y suponíamos que ellos también. Al fin ellos aceleraron la marcha y no ocurrió la balacera que estuvo tan cerca de darse a pesar de la “protección” que nuestros aliados nos habían prometido. Nunca supimos quienes eran pero nos lucio que podía haber sido el barco “Tejana” de Alberto Fernández, conocido hacendado y ganadero de la provincia de Oriente.
Seguimos nuestro rumbo que en esta misión era la playa del reparto Celimar en la Habana del este. Cuando llegamos telegrafiamos, como nos habían ordenado, y entramos bien pegaditos a la costa para poder hacer contacto con los que debían estar esperándonos. Estuvimos en eso durante horas y insistimos por telegrafía que no había nadie para recibirnos. Ya bien adentrada la madrugada decidimos regresar a nuestra base.
Ese primer viaje nos dio mucho que pensar; nuestro barco era muy marinero pero no tenia velocidad ya que su velocidad tope era de solo 23 millas por hora y eso solamente en un mar plano y sin apenas carga y por consiguiente si éramos descubiertos y confrontados en aguas cubanas, solo podríamos escapar con vida si teníamos mayor poder de fuego, y para tener mayor poder tendríamos que tener ametralladoras de al menos calibre 50 ya que el enemigo empezaba con ese calibre y subía a 20 y 40 milímetros. ¿Como íbamos a mantenernos en combate cuando solo nos dieron una cinta de 250 tiros por ametralladora para armas que disparan unos 600 por minuto? ¿Como íbamos a usar nuestro cañón sin retroceso de 57 milímetro si esta es un arma que se dispara desde el hombro y en el mar fuerte que era el usual no era fácil el mantenerse
uno erecto sin estar agarrado de algo firme? Como íbamos a usar esa arma aun en tierra si solo nos daban 3 balas?… y por ultimo! ¿A dónde estaba el supuesto entrenamiento para poder llevar a cabo ataques comando?
Todo eso lo sacamos a relucir pero no logramos mejoría alguna, solo escusas vagas. Pues como éramos jóvenes y el echarnos para atrás no nos quedaría nada bien, decidimos seguir en lo mismo, aunque protestando.
En el segundo viaje nos toco llevar a dos miembros del Directorio Estudiantil Universitario quienes iban para infiltrarse y ayudar al clandestinaje. Esta vez nos toco una mar tremendamente agitada y esto afecto grandemente a nuestros pasajeros, especialmente a uno de ellos que no dejo de vomitar en todo el recorrido y que tuvimos que amarrar a un poste en la popa del barco para que las olas que nos pasaban por encima no se lo llevaran. Cuando llegamos a Cuba este estaba totalmente deshidratado y tuvimos que regresar con ambos. Uno pensaría que las agencias del gran poder aliado podrían anticipar los malos tiempos de antemano y planear las misiones para que se llevaran a cabo en momentos más favorables ¿No creen Uds.?
Pues si en el anterior viaje tuvimos que navegar en un mar violento, aquello no fue nada en comparación con el tercer viaje. La cosa se puso tan mala que antes de llegar a mitad del camino fuimos envueltos por una ola tan gigantesca y poderosa que su impacto nos reventó el parabrisas derecho y de paso nos arranco de cuajo todo el equipo electrónico de navegación que estaba atornillado en ese costado. Nunca me olvidare del grito que dio Santiago Álvarez, “SALVESE EL QUE PUEDA” al ver la enorme cantidad de agua que entro con ese gran impacto. Por supuesto tuvimos que virar para atrás y con gran cautela navegar por encima de aquellas enormes olas tomándolas de lado y nunca de frente.
Dimos más viajes pero todos más o menos iguales. Llegábamos y avisábamos que estábamos en el punto indicado y nunca había nadie para recibirnos. En uno de esos últimos viajes si recibimos un mensaje urgente en clave, y era para decirnos que habían detectado gran actividad enemiga en nuestra zona de operaciones y recomendaban cancelar la misión. Nosotros le contestamos que seguiríamos con la misión que nos habían ordenado, pero al igual que las demás, no obtuvimos resultados.
El último viaje lo dimos el 15 de Abril de 1961, dos días antes del desembarco en Girón. Nadie nos advirtió de que la brigada ya estaba en camino y en este viaje nos mandaron a entregar armas a la zona del puerto de Isabela de Sagua en las Villas. Este fue nuestro viaje más largo y de casualidad el único que dimos con mar bueno y por tanto no calculamos bien el tiempo que nos tomaría llegar y como resultado llegamos a la costa cubana entre las 6 y 7 de la tarde con plena luz del día. Estuvimos en esa costa hasta alrededor de las 5 de la madrugada siguiente cuando viendo los primeros destellos del nuevo día decidimos que ya no había esperanzas. Durante todas esas horas anteriores al regreso, recorrimos toda la costa, hasta entramos en el puerto y al final viendo que no nos iba a alcanzar el combustible para el
regreso, decidimos amarrarnos a la bolla lumínica que está a la entrada del puerto y apagamos los motores. Queríamos de todas maneras que nos vieran a ver si alguien se atrevía a hacer contacto pero nada. Al final decidimos levantar la cadena que sujetaba a la boya y le amarramos las cajas de armas y municiones que llevábamos para entregar, a los peldaños de la cadena antes de volver a meter a esta bajo el agua. Luego le avisamos a la CIA en donde habíamos dejado las armas para que ellos se lo dijeran a los del clandestinaje, pero nunca supimos si lo hicieron o si fueron los Fidelistas los que las encontraron.
Hubo otro incidente que considero importante que se sepa ya que ocurrieron muchas coincidencias que es imposible creer que pasaron por casualidad. Bob, nuestro jefe de operaciones de la CIA, no se separaba de nosotros ni un instante mientras estábamos en nuestra base hasta que una tarde a fines de Marzo recibió una llamada telefónica urgente y el nos dijo lo habían llamado y que le habían ordenado ir para Miami enseguida. Antes de partir nos dijo siguiéramos en nuestra rutina y que el regresaría tan pronto pudiera. No había pasado una hora de su partida y se apareció Cesar Diosdado, jefe de los guarda fronteras de los cayos, en nuestra base. Esta era una visita nada usual en el pero le obedecimos su llamado a presentarnos todos en atención. Nos dijo que ellos tenían informes de que había un grupo subversivo que tenía planeado robarse un barco y que según la descripción dada, esa era el barco nuestro. Nos mando a abrir las cerraduras de los cuartos donde guardábamos nuestras armas y que pusiéramos guardias por todos lados. Nosotros entonces le advertimos que casi todas nuestras armas eran automáticas y que el portarlas en territorio americano le estaba prohibido a los ciudadanos y que ninguno de nosotros ni siquiera éramos americanos y que de la única manera que haríamos eso era si él nos daba por escrito una orden oficial en papel oficial para que portáramos ametralladoras etc… Diosdado cambio el tema y al poco rato se marcho con sus hombres. Ya estaba cayendo la tarde, y como era de costumbre llego un autobús para recoger a la mayoría de los que estábamos en la base para llevarnos
a otro cayó en donde teníamos cocina y facilidades para comer. En la base solo nos quedamos 3, Calixto García Vélez, Carlos Sánchez y yo cuidando aquello y en espera de que nos trajeran comida. Carlos se fue para el barco para darle mantenimiento al equipo de comunicaciones, a Calixto le toco el primer turno de vigilancia y yo me fui para mi cuarto. Apenas pasaron 15 minutos y Calixto me llamo por radio advirtiéndome que habían llegado los desconocidos y que yo debiera salir rápidamente. Así lo hice y me les acerque sigilosamente pero note que todos vestían uniforme verde olivo de campaña, todos usaban el mismo sombrero de ala ancha que acostumbran usar varios cuerpos militares americanos y todos portaban las mismas armas y lucían ser norteamericanos, así que decidí que Diosdado nos había mandado esos 7 hombres para cuidarnos. Pero cuando me les acerque, todos me apuntaron con sus fusiles Garand. Varios de ellos se dirigieron al barco y allí capturaron a Carlos Sánchez y luego 2 de ellos se lo llevaron en un carro. Los otros 5 me llevaron con ellos de rehén al barco y partimos. Afortunadamente ya había oscuridad y los secuestradores se dieron cuenta de que el canal de salida serpenteaba y que no les iba a ser fácil encontrar la salida al mar abierto. Yo me di cuenta de esto y alarmadamente les advertí que si seguíamos por donde íbamos chocaríamos contra los manglares. Entonces ellos me pusieron un arma en el pecho y me ordenaron a guiarles o me mataban. Doy mil gracias a Dios porque en aquel mismo momento note que el resplandor de la luna llena se podía ver por encima del agua y allí cerca había como una entradita y al instante les grite que viraran hacia esa salida. La jugada salió de maravilla porque nos embarrancamos encima de un banco de arena y por mucho que trataron no pedíamos salir. Mientras esto sucedía Calixto, quien fue el único que no capturaron, pudo dar la voz de alarma y de buenas a repente el barco, todavía encayado, fue rodeado por nuestra gente y por numerosos agentes del gobierno norteamericano. En eso sonaron unos tiros y yo aproveche el momento de incertidumbre y me les escape lanzándome al agua. Todos los 7 fueron apresados y Carlos Sánchez fue liberado al igual que yo que me les escape. Dos días más tarde nos llevaron a declarar ante un juez en Cayo Hueso y le confirmamos que fuimos secuestrados a mano armada y que nuestro barco fue robado y inclusive averiado en la huida. El juez tomo nota de todo y aprendimos que de los secuestradores 5 eran norteamericanos y 2 canadienses, luego nos mando retirarnos. Cuando regresamos a la base Bob ya “muy convenientemente” estaba de vuelta y nos dijo nos tomáramos 2-3 días en Miami ya que había que sacar a nuestro barco del agua para repararle las roturas sufridas en la zona de las hélices. Al día siguiente, ya estando en Miami, recibí la llamada de un dentista norteamericano amigo mío que se entero yo había regresado y me pedía lo acompañara a exhibir una película que mostraba como las Naciones Unidas habían sido creadas para ser la sede del planeado Gobierno Mundial que las elites del Nuevo Orden Mundial quieren imponernos. Fred Crocket era su nombre, y él me pidió que lo acompañara a ponerle esa película a un grupo cubano ya que el no hablaba mucho español. Cuando llegamos al lugar de la exhibición empezamos a sacar el equipo fílmico y a quien les parece que vi tratando de infiltrarse en el salón del grupo anticastrista cubano, pues nada menos que al principal rubio
norteamericano que me estuvo apuntando con su Garand durante todo mi cautiverio de hacia solo 3 días. Ahora les pido hagan una pausa y repasen todo lo que le acabo de contar sobre este robo y secuestro. Además de todas las casualidades de que todo sucedió muy ordenadamente en poco tiempo como siguiendo una secuencia muy planeada y a pesar de las autoridades tener conocimiento de lo que iba a ocurrir no nos custodiaron y luego para colmo uno de los culpables fue visto totalmente libre por Miami inclusive tratándose de infiltrar en un grupo cubano. No sé si conocen lo que es un “FALSE FLAG EVENT” (EVENTO DE BANDERA FALSA), pero sin lugar a dudas esto fue una obra de teatro llevada a cabo por nuestros supuestos grandes amigos. Aparentemente la cosa no salió como lo tenían planeado, así que nunca sabremos cual era el fin de todo esto, pues es obvio que no contaron con que todo pararía al estar el barco robado inmovilizado encima de un banco de arena, pero de que esto fue todo un show prefabricado no me cabe la menor duda. Ni tampoco me olvido de que allí pudo haber corrido la sangre.
Para aquellos que no conocen que es un “FALSE FLAG EVENT” les diré que es un evento que se planea de antemano para engañar a la opinión pública, y tener la escusa para luego echarle la culpa a alguien que ellos intentan atacar. Por ejemplo les diré que la voladura del Acorazado Maine en la bahía de la Habana, Cuba se probo que fue este tipo de acto ya que la explosión tuvo su origen en el cuarto de las calderas y la explosión ocurrió desde adentro hacia afuera y no fue un ataque desde afuera del barco. Además, que razón tendrían los españoles para haber llevado a cabo un acto de tal afrenta. Los dos grandes periódicos locales, El Miami Herald y El Miami News, ambos le dieron a este robo de barco titulares de primera plana, pero los detalles que escribieron sobre este incidente fueron pura bobería y ni siquiera dieron los nombres de los asaltantes, la cosa no cuadra verdad?
Al fin llego el 17 de Abril y la trampa funciono a plenitud como la planearon los del Nuevo Orden Mundial
Hay muchos detalles que casi todos conocemos sobre las decisiones y cambios que se hicieron sobre la invasión
de la Brigada 2506 en Playa Girón o Bahía de Cochinos, como otros conocen este evento, pero es bueno que los volvamos a repasar ya que de seguro hay algunos datos que no todos conocemos. El primero fue el plan de desembarcar en la costa pegada a la ciudad de Trinidad y que luego se cambio para hacerlo en Girón. Trinidad es una ciudad, que es patrimonio cultural de la humanidad según la Unesco, esta situada al pie de la Sierra del Escambray en donde ya habían varios centenares de alzados en contra del Castro comunismo quienes se unirían inmediatamente a la invasión, allí había comida, agua, facilidades medicas etc.. También tenía un aeropuerto comercial y está pegada al puerto de Casilda por donde le hubiera sido muy fácil desembarcar a la brigada y sus suministros. Girón sin embargo no tenía ninguna de estas facilidades y su playa de desembarco estaba rodeada por la ciénaga de Zapata, con solo dos vías de comunicación y una pequeña pista de aviones que había que reparar para poderla usar. Previo al desembarco, se les mostro a los hombres rana algunas fotos del área por donde ellos deberían escoger las playas de desembarque y al ver las fotos, algunos advirtieron que veían unos fondos muy oscuros y que esto les lucia que eran fondos rocosos y que estos serian peligrosos para las lanchas. A esto, los de la CIA, les contestaron que esa oscuridad se debía a que eran simples algas marinas que no ofrecían ningún inconveniente. Pues llegaron las lanchas llenas de tropas y varias de ellas sufrieron roturas de fondos que obligaron a los brigadistas a tener que tirarse al agua antes de tiempo cargados con su pesado equipo militar y con el agua de mar al cuello. No hubo ahogados de milagro. A pesar del cambio de Trinidad a Girón, siempre se tuvo en cuenta que había que darles apoyo a los alzados en el Escambray y para esa labor se decidió que la fuerza aérea de la brigada debiera hacer vuelos hacia la zona donde estaban los alzados y dejarles caer suministros bélicos. Pues si se llevaron a cabo varios vuelos de asistencia pero, qué casualidad, todas las zonas que escogieron los de la CIA estaban en manos de las tropas comunistas de los Castro y a los nuestros no les llego nada. La parte táctica más importante de la invasión era que el aire estaría totalmente en manos de los invasores y que por tanto la brigada solo tendría que enfrentarse a tropas terrestres y también ser reabastecida sin problemas por nuestra aviación quienes además podrían dar apoyo bélico. Esta gran estrategia se iba a cumplir por un bombardeo aéreo sincronizado por nuestros 16 bombarderos B-26 divididos en 3 grupos que atacarían a los 3 aeródromos donde los Castro tenían sus aviones cazas de combate. Los ataques serian todos a la misma hora, se llevarían a cabo durante el amanecer con todos los aviones enemigos en tierra y por tanto los tomarían totalmente de sorpresa y seria fácil destruirlos a todos. Este plan tenía sus meritos, pero no se llevo a cabo ya que al último momento, la casa blanca en Washington cambio los planes y solo se mandaron unos 6 aviones y estos no solo no pudieron destruir a toda los aviones enemigos de combate, sino que sirvió como una cornetazo bien alto de aviso que el enemigo estaba en las puertas. Este último gran cambio fue el que acabo de cambiar la torta totalmente y expuso a la brigada a una enorme desventaja, como me había advertido mi amigo Jerry Pucci, y por tanto sello la derrota de este gran esfuerzo patriótico. Primero que nada, a nuestros B-26 se les habían quitado las ametralladoras de cola con la escusa de usar ese espacio para poderles agregar otro tanque de combustible que les permitiera operar desde mas lejos. En otras palabras ya no tendrían ninguna manera de defenderse de los cazas comunistas de combate Sea Fury y T-33 que no fueron destruidos.
El presidente de Nicaragua, Anastasio Somoza, se percato de este gran error y ofreció prestar sus cazas P-51 como escoltas a los B-26, pero la CIA le dijo que no había que preocuparse ya que todo estaba previsto. Los barcos en donde venia la brigada tampoco tenían armas antiaéreas, ya que “el cielo se suponía estuviera limpio de enemigos”, y lo mismo le paso a las tropas nuestras de tierra. En vez del cielo pertenecer a la Brigada 2506, ahora estaba totalmente en manos del enemigo y estos se dieron gusto derribando unos 9 de nuestros indefensos B-26 y hundiendo varios barcos invasores. Otra cosa que debemos agregar es que tampoco se le aviso a nuestra vasta red clandestina de la llegada de la invasión y por tanto no pudieron unirse a los invasores y los Castro apresaron mansamente a varios cientos de miles de ciudadanos y los metieron como ganado en corrales, sin agua ni comida, en salas de cine, teatros y campos deportivos. Tampoco se les aviso a los miembros de la brigada que habían sido infiltrados para que ellos pudieran cortarles el acceso a la zona de desembarco, por medio de volar puentes etc., a las tropas Fidelistas. También debemos señalar que escondida justamente pasado el horizonte, había una escuadra de la marina norteamericana compuesta por un portaviones con gran cantidad de aviones de combate y bombardeo y escoltada por varios destroyers, submarinos y otros barcos menores de guerra. Se ha reportado que el almirante a cargo de esta flota pidió permiso a Washington para asistir a la invasión pero estos solo autorizaron el vuelo de inspección de dos aviones para que volaran por encima de la zona de combate y luego informaran de lo que vieron.
Hay muchos otros detalles que pudiéramos sacar a relucir sobre la invasión pero hay otro del que nadie habla y muchos aun hoy día todavía no tienen conciencia de ello. Y este es el detalle clave de porque sucedió lo que sucedió y algo que mas nunca debemos volver a permitir. Cuando los Fidelistas estaban en el exilio de los Estados Unidos, de Miami y otros lados, salían semanalmente barcos y aviones para asistir a la revolución Castrista y eso casi siempre fue permitido. Sin embargo cuando Cuba fue tomada por la revolución Castro Comunista, a los nuevos exilados no se les permitió hacer ese trabajo y la escusa fue que el Gobierno Americano no podía permitir que se armara una invasión desde su territorio pero que ellos simpatizaban con nuestra causa y nos ayudarían. Basado en eso fue que se formo un Frente Revolucionario Cubano para la parte política y también se formo un Estado Mayor para lo militar. Ese Estado Mayor estuvo compuesto por militares de alto rango con experiencia y con actuaciones limpias en oposición al golpe del 10 de Marzo. Ellos eran el Coronel Eduardo Martin Elena, como jefe, el Teniente Coronel Oscar Díaz, más otro del mismo rango, el Comandante Tomas Cabañas y el Capitán Oscar Alfonso Carol. El acuerdo con los norteamericanos fue que estos jefes y oficiales cubanos no solamente serian los que planearían la estrategia militar a seguir sino que también serian los que comandarían las tropas en acción. De estos el único al que le permitieron tener participación en los campamentos de Guatemala fue al Capitán Carol, y esto solo duro un poco tiempo cuando en la brigada apenas habían unos 400 entrenándose, o sea que la gran mayoría de los que llegaron después nunca supieron la verdad de lo que ocurrió. De entrada al Coronel Martin
Elena, los de la CIA, nunca le dieron la más mínima consideración, ni tampoco a los otros altos oficiales y por tanto se vieron forzados a retirarse. El Capitán Carol si pudo pudo actuar un tiempo como jefe militar en el campamento hasta que una buena mañana lo desaparecieron de allí y su lugar fue ocupado por un miembro del grupo de Manuel Artime, hombre de máxima confianza de la CIA, José San Román, ex capitán del ejército constitucional bajo el Gral. Batista y causando gran malestar entre los brigadistas porque para hacer la cosa peor, los de la CIA, no daban razón de la ausencia de Carol. Desde ese momento en adelante solo había que cumplir las órdenes de ellos, los norteamericanos de la CIA y varios protestaron fuertemente y al menos dos fueron llevados presos. Uno de ellos fue Martin Torres Forte, el cual después de unos días de encarcelamiento y maltrato físico se les escapo y estuvo huyendo varios días por las selvas Guatemaltecas hasta que lo volvieron a capturar. La cosa se le puso tan mala a Torres Forte que llego a verse atado de pies y manos en un avión volando sobre el mar Pacifico y lo iban a lanzar al agua cuando les llego una llamada urgente de nada menos que el General Maxwell Taylor, Jefe del Estado Mayor del ejército norteamericano, y este les ordeno desistir de este asesinato que estaban a punto
de cometer y regresaran a la base (tenemos un CD donde Martin Torres Forte nos declaro todo esto y más). Pero lo de Torres fue solo uno de varios incidentes motivados por la realización por parte muchos otros brigadistas que la CIA había sacado a todos los altos oficiales de la dirección y planificación de la Brigada 2506 y que desde esos momentos en adelante todo estaría bajo el mando de norteamericanos y mercenarios centroeuropeos contratados por la CIA, todos con nombres ficticios. Uno de los jefes con el nombre de Frank dijo que los últimos 2 oficiales que habían sido sacados del campamento se debía a que ellos habían estado politiqueando. Todo esto causo que 230 de los brigadistas presentaran sus renuncias, a lo que otro nuevo agente “Bernie” acuso a las tropas de insubordinación debido a influencias comunistas y ratifico al capitán José Pérez San Román como subalterno en lo militar y también usaron a Manuel Artime como su intermediario político. Pero los renunciantes insistieron en que su protesta fuera escuchada por altos dirigentes del Frente Revolucionario Cubano dentro de 72 horas o que se aceptaran sus renuncias y se les enviara de vuelta a Miami. También eligieron a un comité de ellos para que fueran sus representantes ante el jefe norteamericano del CIA, Frank, pero este rehusó reunirse con más de uno de ellos y entonces escogieron al Dr. Rodolfo Nodal Tarafa, jefe de comunicaciones del batallón 2, para representarlos ante Frank. Nodal Tarafa le expreso firmemente que ellos eran
voluntarios con una causa bien definida y no simples reclutas y que por tanto no podían aceptar la imposición de líderes que representaban ideales que no eran los suyos y que eran distintos de los que ellos habían aceptado para reclutarse, que esperarían la llegada de los jefes civiles cubanos del FRD mientras seguían entrenando por los próximos 5 días pero pasaron 7 días y al no recibir contesta alguna reanudaron su protesta. Ese mismo día Frank regreso de Washington y les dijo que esperaba que un representante del frente viniera el mes siguiente. El día siguiente se les mando, bajo órdenes y presiones severas y promesas de que sus peticiones serian escuchadas, reanudar su entrenamiento. Todos menos 20 obedecieron estas órdenes. El 11 de Febrero los brigadistas fueron ordenados a salir del campamento para participar en maniobras campestres. El campamento quedo vacio con la excepción de los 20 huelguista y los dirigentes del campamento se les presentaron y pidieron a los 8 que nombraron los siguieran y estos lo hicieron pensando que era para volver a tener un intercambio de opiniones. Fueron conducidos por un trillo en la selva hacia un gran camión que estaba cubierto por una lona y de buenas a repente vieron que detrás de esto había 3 agentes que les apuntaban con sus ametralladoras. Se les ordeno subieran al camión y los llevaron a la Suiza un sitio donde había un campamento militar Guatemalteco. Cuando llegaron los apearon uno a uno y tratados de tal forma que pensaron les iban a ejecutar. Les hicieron desnudarse, les registraron todo lo que llevaban y luego los metieron en una choza donde ya había otros 5 brigadistas que le habían protestado al Capitán San Román. Dos días mas tardes les trajeron otro brigadista mas haciendo un total de 17 quienes fueron mantenidos presos en esa pequeña choza cerrada sin ventilación con piso de cemento, sin sanitario, paredes de madera y techo de zinc, lo cual producía un calor infernal por el día y mucho frio por las noches. El día 24, 5 de esos prisioneros fueron sacados para ser interrogados y puestos a pruebas de un detector de mentiras con la intención de comprobar que eran agentes comunistas. El primero de Marzo fueron todos llevados esposados a la base aérea de Retalhuleu y llevados en un avión anfibio a un rio en la selva del Peten y de allí en canoa hasta un pequeño campo de concentración donde reunieron a los 17 brigadistas bajo condiciones pésimas hasta que el 30 de Marzo tuvieron la visita de José Miro Cardona y de Tony Varona,
los lideres del nuevo Consejo Revolucionario, quienes lograron que todos escribieran cartas para aplacar la ansiedad de sus familiares en Miami. Después de esto se enteraron por uno de los custodios de la prisión que la brigada había desembarcado y fracasado en Girón, y fueron liberados el 28 de Abril, 11 días después de la planeada derrota de la Brigada 2506 en Girón. Fueron sacados en canoas de la selva a un campo de aterrizaje primitivo y llevado después en un avión de la CIA de regreso a Miami. Fueron muchos los incidentes abusivos y amenazas que sufrieron durante los 3 meses de prisión selvática.
Los brigadistas quienes actuando patrióticamente exigieron fuéramos tratados con respeto y como verdaderos aliados que querían liberar a su patria y que tuvieron que sufrir estas penurias que casi les cuestan la muerte a más de uno fueron: Franciso y René Chávez, Adalberto Delgado, Rodolfo Bartelemy Dominicis, Antonio Frontella Gómez, Cecilio Fuentes Rico, Rolando Fuentes Rico, Epifanio Gonzalez Errasti, Humbert Olivera Perez, Luis Alberto Olivera, Ricardo Martinez De la Cruz, Julio Antonio More, Martin Torres Forte, Fernando Trespalacios, Rodolfo Nodal Tarafa, Omar Catañeda, y dos más que no quisieron dar sus nombres porque sus familiares todavía Vivian en la Cuba comunista.
Lo ocurrido en los campamentos de la Brigada 2506 en Guatemala y luego en el Peten, no fueron hechos aislados ya que la oposición a la toma de los mandos por los agentes norteamericanos de la CIA también ocurrieron en la marina de guerra. El barco Barbará J, un LCA de desembarco de unos 50 metros de largo, partió de Miami hacia la isla de Vieques para desde allí unirse a la invasión en Girón. Al igual que en la brigada, esa nave y las demás de la marina, debían haber sido comandadas por oficiales cubanos quienes estaban allí como voluntarios y con el propósito de devolverle la libertad a la patria cubana pero en la travesía hacia Vieques, los de la CIA tomaron el mando y descartaron a los oficiales cubanos. Por cuanto al llegar a la base de Vieques el Comandante de la Marina Constitucional de Cuba René Cansío, el oficial José Cal Cota y los demás oficiales, se opusieron rotundamente a estar subordinados a mandos foráneos. Los de la CIA entonces los apresaron y internaron en una especie de campo de concentración sin facilidades higiénicas donde inclusive tuvieron que fabricar su letrina. Allí estuvieron alrededor de un mes y medio hasta que un buen día los montaron en un transporte militar aéreo y los llevaron para Miami donde los soltaron a su suerte.
Estimados compatriotas cubanos, por favor, aprendamos esta lección para que mas nunca nos vuelva a suceder algo ni remotamente parecido a toda esta odisea tan trágica de perder a nuestra patria y luego dejarnos poner en manos de extranjeros que por muy buenos que sean nunca ven las cosas desde nuestro punto de vista sino desde el suyo, y en estos momentos los que dirigen a la otrora gran nación americana ni siquiera tienen buenas intenciones para su propia patria.
Nuestra Brigada 2506 peleo como leones. Desembarcaron con municiones para pelear por 24 horas y pelearon por 72 horas ya que no recibieron resfuerzos, y durante esos 3 días causaron bajas al enemigo de más de 17 a 1, promedio que ya quisieran haber logrado muchos grandes militares de la historia mundial.
MAS NUNCA POR FAVOR!
VIVA CUBA LIBRE Y SOBERANA Y
VIVA CRISTO REY!
Autor: Leopoldo Aguilera y Ortiz