A DARLE DONDE LES DUELE

Discurso inicial al militante comunista

Compañero,
no vengo a convencerte de nada. Vengo a recordarte quién eres.

Tú no te sacrificas para esto.
No te levantas cada día para ver a tu país humillado, a tus hijos marchándose, a tus mayores haciendo colas interminables para sobrevivir.
No entregaste tu tiempo, tu energía ni tu fe para mantener a unos pocos viviendo del sacrificio de todos.

Sabemos quién eres.
Eres de los que creen en el trabajo, en la justicia, en el deber, en la soberanía.
Por eso entraste al Partido. Porque pensaste que esa era la vía para servir a Cuba.
Y esa fe merece respeto.
Pero también merece verdad.

El Partido no traicionó: el Partido es la traición.
Fue la negación institucional de la promesa moral que alguna vez encendió la esperanza de un pueblo.
Nació para sustituir la soberanía del ciudadano por la obediencia ciega al poder.
Desde su origen, destruyó el principio que juró defender: el del cubano libre, dueño de su destino.

No estás solo si lo sientes.
Miles como tú saben, aunque callen, que algo esencial se quebró. Que la causa se desvió y que el país se muere en silencio.
No es rebeldía pensar, es dignidad.
No es traición dudar, es conciencia.

Hoy te hablo para que recuperes lo que te pertenece: la promesa ética de servir al pueblo y no al poder.
La promesa de vivir en un país donde el honor valga más que el miedo.
Esa promesa está escrita, viva aún, en la Constitución de 1940:
una obra de cubanos que creyeron que la justicia no debía tener partido.

No te pedimos que renuncies a tu historia, sino que la completes.
No que destruyas, sino que restituyas.
Cuba no necesita más consignas: necesita conciencia.

El deber no se abandona; se purifica.
Y ese deber, compañero, empieza por reconocer que no te sacrificas para esto.
EL SOCIALISMO SOVIÉTICO LO TUMBARON LOS COMUNISTAS SOVIÉTICOS, EL DESTINO DE CUBA PUEDE TAMBIÉN ESTAR EN TUS MANOS.

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