Cuba, más allá de Castro
por Adolfo Franco*
De cualquier manera que se mida lo que le quede de vida al régimen de Fidel Castro en Cuba, es evidente que ha pasado del otoño a un sombrío pleno invierno. Hace un mes tres jóvenes cubanos fueron fusilados por intentar escapar de esa isla encarcelada. A sus propias familias se les negó permiso de verlos antes de morir tras juicios sumarios donde no se permitió ni la prensa, ni amigos, ni familiares.
Unos días antes del fusilamiento de estos jóvenes, el Sr. Castro encarceló a más de 75 de sus compatriotas por leer y prestar libros prohibidos del Dr. Martin Luther King, del paladín de los derechos humanos checo Vaclav Havel y del héroe de la independencia de Cuba, José Martí. El Sr. Castro mantuvo que su régimen sentenció a estos cubanos a condenas que varían de 12 a 28 años por enviar al extranjero informes sobre violaciones de derechos humanos y por reunirse con diplomáticos estadounidenses, pero la realidad es que sólo buscaban sus derechos fundamentales. Evidentemente, Fidel Castro, en los años de su ocaso, en el invierno de su descontento, fustiga violentamente a todos aquellos quienes repudien su utopía fracasada.
El Informe del Departamento de Estado sobre derechos humanos para el año 2002 sirve de recordatorio escalofriante de que la represión en Cuba no es nueva. Como dijo el Secretario de Estado de EE.UU. en declaraciones el mes pasado con respecto a Cuba: “el régimen de Fidel Castro siempre ha tenido un horrible historial en materia de derechos humanos. Y en lugar de mejorar, empeora al entrar en el siglo XXI.”
En la actualidad, el Presidente George W. Bush, el Secretario de Estado Colin Powell, la Consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice y otros funcionarios de la administración están examinando todos los medios con los que el gobierno de los Estados Unidos pueda adelantar la Iniciativa para una Nueva Cuba del presidente, la cual fue anunciada el año pasado. El 20 de mayo de 2002 el presidente declaró: “Nuestro plan es acelerar la libertad en Cuba de toda manera posible, tal y como lo hicieron exitosamente los Estados Unidos y nuestros amigos y aliados democráticos en lugares como Polonia o Sudáfrica…”
Prediciblemente, el Sr. Castro se opone a cualquier paso hacia la libertad y la democracia y le echa la culpa a los Estados Unidos por “provocar” sus propias atrocidades. Él atacó recientemente a James Cason, jefe de la Sección de Intereses de EE.UU. en La Habana, por reunirse abiertamente con activistas de derechos humanos cubanos pacíficos y bibliotecarios y periodistas independientes.
El Sr. Castro le echa la culpa también a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) porque nosotros y los que reciben nuestro apoyo, en sostén de las metas de la políticas estadounidenses, le hemos proporcionado al pueblo cubano durante los últimos seis años más de 1,7 millones de libros, hojas informativas y videocintas sobre temas relacionados a la democracia, derechos humanos y libre empresa. El Sr. Castro denuncia a USAID por suministrarle al pueblo cubano más de 10.000 radios de onda corta para que pueda escuchar, si así lo desea, la Voz de América, Radio Martí, la BBC, Radio Holandesa y otras emisiones internacionales no censuradas. El Sr. Castro condena a USAID porque los que reciben nuestro apoyo han distribuido más de 120.000 libras de comida y medicamentos a las familias de presos políticos en Cuba y a otras víctimas de la represión del Sr. Castro.
Andrew Natsios, el Administrador de USAID, ha prometido que USAID continuará ampliando esta labor como parte del esfuerzo en general de EE.UU. para promover una rápida y pacifica transición a la democracia en Cuba. Al hacerlo, seguimos una orgullosa tradición americana de pleno e intransigente apoyo a la democracia y a los derechos humanos alrededor del mundo.
Durante los días más oscuros del imperio soviético, los Estados Unidos proporcionaron esperanza y aliento a las cautivas poblaciones soviéticas por medio de esfuerzos sistemáticos de aumentar el flujo de información verídica sobre la democracia, los derechos humanos y la libre empresa. Activistas de derechos humanos en aquellos países – fuesen polacos, húngaros, checos, rumanos, rusos o de otras nacionalidades – recibieron libros, periódicos, radios de onda corta y otros tipos de asistencia para ayudarles a comunicarse unos a otros y con el mundo exterior.
USAID está bien preparada para cumplir el llamamiento del presidente para promover la democracia en Cuba tal y como hemos ayudado a hacerlo alrededor del mundo. El Sr. Castro debe estar bien percatado de que nuestro compromiso para ayudar al pueblo cubano a lograr la democracia y la libertad no titubeará ni cesará.
*Adolfo Franco es el Sub-Administrador del Buró de América Latina y el Caribe en la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). La versión en inglés de este artículo fue publícado por el periódico, The Washington Times, 8 de junio 2003.
Fuente:
https://web.archive.org/web/20070731225133/http:/ctp.iccas.miami.edu/spn/AFrancoSPA2.htm